sábado, 22 de octubre de 2016

La historia de M. (1)

Mi madre me pidió que me fuera. Ya le habían dado una habitación y se estaba instalando allí con mi padre. No, no era un hotel. Mi madre nunca ha hecho el equipaje para irse a un hotel. Era la habitación del hospital maternal.
-          - Vete tú ya, Inma. Que no quiero que te coja la noche.
-          - Mamá no me quiero ir, no quiero irme.
Mi madre siempre había estado en casa con nosotras, mis hermanas y yo. Aunque tenía 22 años, nunca había dormido sola en mi casa. Porque ella siempre estaba allí.
Mi padre trabajaba fuera y casi nunca estaba. Estábamos acostumbradas a estar sin él.
Pero sin mamá… Nunca habíamos estado solas sin ella.
Ella insistía en que me marchara. 
Ya caía el sol y empezaba a refrescar cuando tocaron la puerta, que estaba abierta.
-          - Hola.
Una sonrisa entró en la habitación con una señora rubia detrás. Estaba colorada y venía vestida de calle. La acompañaba un señor muy alto y delgado y pudimos deducir que era su marido.
Los tres la saludamos y mi padre le cedió el sillón. Ella se sentó y empezamos a escuchar su historia:
-          - Hola, me llamo M. He ingresado a la vez que tú. A mí me operan mañana del pecho también.
Mi madre le sonreía pero la notaba cortada. Supongo que tendría miedo de todo aquello relacionado con la enfermedad y el miedo le producía en un principio rechazo. Ella también la saludó.
-          - Yo soy Inma. ¿Cómo estás?
M sonrió ampliamente, recuerdo que tenía una sonrisa enorme y los ojos también.
-         -  Bien, estoy bien. ¿Es la primera vez que te operas?
-         -  Sí. Tengo miedo, la verdad.
-         -  A mí ya me han operado una vez. En el hospital **** y como allí ya no saben qué hacer conmigo, me han mandado aquí. Allí me operaron del primer tumor pero olvidaron ponerme una placa localizadora y el tumor de extendió y ahora no saben de dónde partir… Me ha vuelto a salir y también en el otro pecho. Mañana entro en quirófano para cortármelo.
Mi madre palideció. Ella siempre había pedido por favor a los médicos que conservaran el pecho, que no quería despertarse sin él, que era parte de ella, de su feminidad, de su identidad… Los médicos le habían dicho que sí, que salvarían su pecho y que su tumor era solo de 3 cm y que era salvable. Mi madre se asustaba muchísimo al oír hablar de aquello… Ella lo entendía como necesario pero… No lo quería para ella, lo rechazaba absolutamente.
-         -  ¿Te… Te lo van a cortar? ¿Y… cómo estás?
-          - Bien, bien. – M se puso muy colorada y sonrió inmensamente entre lágrimas. – A mí me tienen que operar por aquella negligencia… He tenido que hacerme a la idea y aceptarlo. Lo único que me pesa es que mis hijos se asusten cuando me vean…
-          - ¿Tienes hijos? -  Le preguntó mi madre.
-        -   Tengo dos hijos pequeños. De hecho me di cuenta de que tenía un bultito en el pecho jugando con el más chico, que tiene tres años. Estaba jugando con él y sin querer me dio una patada. A partir de ahí empecé a sentir molestias y cuando fui al hospital aquel porque me pillaba más cerca, me lo diagnosticaron. Me dieron tratamiento de quimioterapia por si podía resolverse sin cirugía, pero se equivocaron. Así que tuvieron que interrumpir el tratamiento y operarme urgentemente.  Luego me dieron radioterapia pero aún así, creció porque claro, al no tener esa placa, no sabían dónde dar los rayos… Y se reprodujo. Y aquí estoy, muerta de miedo aunque no quiera reconocerlo, porque mañana me cortan un pecho. Pero yo ya me he apuntado a la lista de espera para la reconstrucción. Si hay tiempo puede que me lo reconstruyan en el acto, son diecisiete horas de operación.

Mi madre estaba anonadada escuchando la historia de M. Ahora se explicaba por qué estaba tan colorada y por qué su pelo no brillaba. El semblante de mi madre iba cambiando conforme la historia de M avanzaba y ya la consideró una amiga.  

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